Quedamos en que las palabras tienen un cuerpo material (los sonidos, las letras) y un alma inmaterial (un significado, es decir, la capacidad de representar un concepto). Este significado se determina definiéndolas. Hay varios procedimientos para definir:
*Por medio de sinónimos, que, lógicamente, han de ser más comunes, más conocidos que la palabra definida (añil: azul).
*Por clasificación. Se empieza empleando una palabra de significado más amplio, que luego vamos restringiendo mediante la adición de características específicas (árbol: planta de tronco leñoso que se ramifica a cierta distancia del suelo formando una copa).
*Por ejemplificación. Es recomendable cuando se trata de cualidades difíciles de definir por otro medio (azul: color del cielo cuando está despejado y es de día).
*Por negación. Se usa especialmente para palabras que contienen prefijos negativos (inmoral, anormal) y para otras que indican ciertas carencias (tristezas, enfermedad, muerte).
Empleemos uno u otro método, al definir debemos tener presentes los conocimientos del tema que posee e l interlocutor para apoyarnos en ellos y no correr el riesgo de construir en el aire un edificio sin cimientos. Por eso resulta tan difícil definir una palabra a un ciego o a alguien que no tiene nuestra misma experiencia de las cosas.