Castilla y León - Provincia de Zamora
Iglesia de San Claudio de Olivares
(Zamora)
41º 29,861'N ; 5º 45,307'O
Templo del siglo XII, construido junto a orillas del río Duero. Esta
proximidad al río provocó que una crecida de sus aguas se llevara por delante el muro
sur y se hundiera la bóveda, que se sustituyó por una cubierta de madera
Tiene una única nave acabada en un profundo presbiterio y un ábside
semicircular.
La decoración exterior es prácticamente inexistente y se limita a los
canecillos decorados del ábside, dónde encontramos pequeñas figuras humanas y elementos
geométricos, y a la portalada. Originariamente el ábside tenía columnas que lo
recorrían desde el zócalo hasta la cornisa, que hay bajo el tejado y decorada
con ajedrezados. En la actualidad sólo podemos ver las dos de los
extremos, junto al presbiterio.
La portalada es sin duda el elemento más interesante del exterior.
Recientemente ha sido restaurada, colocando nuevos fustes a las columnas,
por que la mayoría o bien se habían perdido o estaban muy deteriorados.
Del mismo mal sufren las arquivoltas que están muy deterioradas por el clima y
el mal de la piedra. A pesar de todo todavía se pueden contemplar con claridad
la mayoría de las figuras esculpidas en las cuatro arquivoltas. La más exterior
nos ofrece un amplio abanico de bestias entre las que encontramos aves,
serpientes, leones, toros e incluso un oso bailando. En la tercera
arquivolta se pueden ver varios motivos vegetales. Volvemos a encontrar leones
en la segunda arquivolta. Estos están dispuestos en los extremos, flanqueando
a todo un conjunto de figuras humanas, que están desarrollando tareas cotidianas.
Representan imágenes alegóricas del calendario agrícola, un motivo
recurrente en el románico, que lo podemos encontrar también en otros
edificios como
Santa Maria
de Ripoll o San Isidoro
de León.
En el centro de la arquivolta interior encontramos un Agnus Dei de
factura posterior al resto de la portalada. Se pueden observar todavía restos
de policromía en todo el conjunto, así como una dovela con inscripciones.
Los capiteles estaban esculpidos con motivos vegetales, aunque están muy
deteriorados por la erosión. La forja de la puerta es original.
En el interior encontramos el resto de joyas que podemos contemplar en este
templo. Nos referimos a su cabecera. El presbiterio se abre en la nave a través
de un arco triunfal sustentado por dos bellos capiteles esculpidos, uno con la
imagen de Sansón luchando contra las fieras y el otro con aves enfrentadas.
El tramo recto de la cabecera tiene a ambos lados unas galerías de arcos
ciegos similares a las que podemos encontrar en el
prerománico asturiano. Sus
capiteles también tienen una rica talla. Destaca el capitel más conocido del
templo, denominado de los centauros, que podemos ver en el lado derecho en la
columna central de la arqueria.
Visité este templo cuando me disponía a marchar de Zamora y continuar mi viaje
hacia tierras leonesas. Tenía que ser mi última parada en esta ciudad y provincia.
Afortunadamente, encontré en el templo una entrañable señora, que tenía cuidado
de él y
que lo enseñaba a los visitantes. Su pasión por el monumento y el
orgullo con que hablaba eran dignos de mención. No puso ningún inconveniente
para que hiciera fotografías, al contrario se ofreció a encender más luces si
los necesitaba. A la vista del resultado de las imágenes de los capiteles que
hice en el 2004 tenía que haber aceptado su ofrecimiento. Me dijo que el rector
del templo no quería que nadie marchara decepcionado de la iglesia por no poder
llevarse una imagen de estas maravillas. Por suerte en el 2007 los
pudimos fotografiar de nuevo, si bien con menos luz.
Si en alguna ocasión he criticado la actitud, y no me cansaré de hacerlo, de
muchos miembros de la Iglesia que no entienden que el arte es un bien de todos
y que todo el mundo tiene derecho a disfrutar de él siempre y cuando no lo
deteriore, ahora
debo alabar la actitud de estas personas. Gracias por dejarnos "alcanzar el Cielo"
viendo y retratando estas maravillas.
Pero no sólo he de agradecer esto a aquella amable mujer. Ella me recomendó
que no marchara de Zamora sin visitar las iglesias de
Santiago de los
Caballeros y la de
San Pedro de
la Nave. Un consejo que hago extensivo a todos los que visitáis esta
zona,
pues son dos monumentos dignos de contemplar.
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