La iglesia estaba dentro del término del castillo de Miralles, a pocos metros del mismo y ejercía las funciones de parroquial.

Las primeras noticias que encontramos de este templo datan del año 1303, cuando el obispo de Barcelona, ​​Ponç de Gualbes visitó la mayoría de las parroquias de la diócesis.

A partir de 1911 la iglesia de Sant Romà, construida en el valle, en el nuevo núcleo de Santa Maria de Miralles, comenzó a desarrollar tareas parroquiales, que inicialmente compartía con la iglesia del castillo. Esta situación no duró demasiado tiempo y terminó perdiendo las condiciones de parroquia y en la actualidad sólo se celebra el culto de forma esporádica.

El templo está formado por una sola nave rectangular, sin cabecera diferenciada.

Posteriormente se le añadió una capilla en el muro norte.

La nave está cubierta con una bóveda apuntada, que en el muro norte arranca de una sencilla moldura.

La ventana del muro oeste es la más interesante, por conservar aún una columna con su base por la parte exterior y dos por la parte interior. Esta ventana y las tres del muro sur, han sufrido numerosas modificaciones a lo largo de los siglos.

La puerta de acceso se encuentra en el muro sur. Está formada por un arco de medio punto, hecho con grandes dovelas y trasdosado por una arquivolta, que se transforma en imposta en el arranque del arco.

En el interior del templo se conserva la pila bautismal, de planta octogonal.

Quisiéramos agradecer al vecino de la población que nos acompañó hasta el templo y lo abrió para que pudiéramos ver y fotografiar. No siempre encontramos gente dispuesta a enseñar y compartir el patrimonio de su pueblo con los forasteros y del que se sienten orgullosos.