Galicia - Provincia de Ourense


Santa Cristina de Ribas de Sil
(Parada de Sil, Ourense)

42º 23,762'N ; 7º 35,294'O   




Muy probablemente hay que situar los orígenes del monasterio hacia el siglo IX, cuando en este lugar debía haber un eremitorio. De todos modos, no nos ha llegado ningún documento ni vestigio de aquella época y tendremos que esperar hasta finales del siglo X.

En el siglo XII el monasterio goza de una cierta prosperidad, gracias a los privilegios reales ya la protección papal. Es en este momento cuando se construye el templo actual.


A principios del siglo XVI el monasterio ya estaba inmerso en una profunda decadencia y pasa a ser un priorato dependiente de Monasterio de San Esteban . Su decadencia se agravó a partir de este momento y se culminó con la desamortización del siglo XIX, cuando pasó a manos privadas, que lo destinaron a tareas agrícolas.

La iglesia, de finales del siglo XII o principios del siglo XII. Tiene una sola nave, acabada en un crucero en el que se abren tres ábsides semicirculares.


El central presenta una bella colección de escultura románica, especialmente por su parte exterior.


Está dividido en cinco espacios gracias a cuatro columnas semicirculares adosadas. En cada uno de los tres espacios centrales se abre una ventana.


Estas están formadas por un arco de medio punto, apoyado en dos columnas y protegidas por un sencillo guardapolvo decorado a base de incisiones.


Los capiteles de la ventana norte presentan decoración animal. En el lado derecho vemos a cuadrúpedos enfrentados, mientras que en el lado izquierdo hay dos aves.


También encontramos dos aves, que picotean algo, en el capitel izquierdo de la ventana central. En el del lado derecho vemos dos cabezas humanas esculpidas.


En la tercera ventana encontramos un capitel vegetal y un decorado con animales.


También están esculpidos los capiteles de las columnas que dividen el ábside, que tienen motivos vegetales y los canecillos, donde vemos representadas figuras humanas en varias posturas, aves, bestias y motivos vegetales.


El interior del ábside también está decorado con dos impostas, entre las que se abren las tres ventanas. Están decoradas como en la parte exterior con una arquivolta, apoyada en dos columnas y un guardapolvo. Los capiteles son de tipo vegetal.


En 1990 se retiraron los retablos barrocos con que estaban decorados los ábsides para restaurar el templo. Durante este proceso aparecieron los restos de pinturas murales de la segunda mitad del siglo XVI en el ábside central y en el sur.


La nave está dividida en cinco tramos gracias a cuatro arcos apuntados, que soportan la cubierta de madera.


Los arcos apuntados se apoyan en ménsulas bellamente decoradas con motivos vegetales y geométricos.


Algunos de ellos aún conservan restos de pintura, de épocas posteriores.


Estos arcos descargan su fuerza en contrafuertes, adosados ​​a los muros laterales. En el espacio existente entre estos se abre una ventana de una derrame decorada con una arquivolta, que se apoya en dos columnas con los capiteles esculpidos con motivos fitomórficos.


Una ventana mucho más decorada se encuentra en el muro sur del transepto. En el interior del arco está esculpido un friso a base de dientes de sierra. Es el mismo motivo que encontramos en las impostas que hay sobre los capiteles y en la que hay bajo la ventana. El conjunto está protegido por un guardapolvo ajedrezado.


La arquivolta se apoya en dos columnas con los capiteles esculpidos. El del lado derecho es de tipo vegetal, mientras que en lado izquierdo parece que se representaron a dos figuras humanas agachadas.


Como ya hemos comentado, la nave tiene una cubierta de madera, mientras que el pequeño crucero está cubierto con una bóveda de cañón, actualmente habitada por un grupo de murciélagos.


Los arcos que delimitan el crucero tienen los capiteles esculpidos con motivos vegetales, animales, figuras y cabezas humanas.


La puerta principal se abre en el muro oeste.


Está formada por tres sencillas arquivoltas decoradas con ajedrezados.


Cada arco se apoya en dos parejas de columnas decoradas con motivos vegetales. En los dos interiores también vemos algunas cabezas humanas.


Corona esta fachada un hermoso rosetón, de clara influencia gótica y bellamente tallado.


Adosada al muro norte encontramos la torre campanario románica, poco habitual en Galicia. Está integrada en el ala del claustro.


En su base se practicaron tres arcos y creando así una pequeña estancia. Los arcos laterales son apuntados, mientras que el de la cara norte es de medio punto y mayor.


Son también más interesantes los capiteles de este arco central. El del lado izquierdo es vegetal, de inspiración corintia. El derecho en cambio, tiene esculpidas dos arpías con cabezas humanas y serpientes.


Los capiteles de los arcos laterales son más simples y de temática vegetal.


El claustro actual responde a una reforma realizada en el siglo XVI, cuando Santa Cristina pasó a depender del monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.


En la sala anexa a la iglesia, habilitada como sacristía, se conservan fragmentos de pinturas, de claro estilo popular, donde podemos ver entre otros motivos el escudo de Santo Estevo.


El otro elemento interesante del claustro son las diferentes lápidas sepulcrales que podemos ver en las paredes y en alguna de las dependencias.


El resto de dependencias monásticas presentan un estado muy abandonado, a pesar de la restauración reciente del conjunto.


Actualmente accedemos al claustro a través de una bella portada.


Está formada por una arquivolta, bellamente decorada, que se apoyaba en dos columnas, la del lado izquierdo se ha perdido. Sus capiteles son de tipo vegetal. A su lado, encontramos los montantes del arco interior, donde se han esculpidos dos ángeles que sostienen un libro.


Probablemente estos libros simbolizan los Evangelios, pues en el intradós del arco se esculpieron las figuras del Tetramorfos.


La arquivolta y este arco interior, están esculpidos con motivos vegetales. Rodea el conjunto un guardapolvo decorado con un zigzag.


El monasterio de Santa Cristina destaca por su integración en el bello paraje de la Ribeira Sacra. Vale la pena acercarse y disfrutar de las impresionantes vistas, que encontraremos por el camino, del río Sil.