Principado de Asturias
Iglesia de San Miguel de Lillo
(Oviedo)
43º 22,820'N ; 5º 52,115'O
Situada dentro del antiguo recinto palatino del Monte Naranco. Fue edificada por Ramiro
I hacia el año 848, momento en que se inició la
construcción del palacio. Inicialmente fue consagrada a Santa María y a el arcángel
San Miguel.
De la iglesia primitiva sólo nos ha llegado una tercera parte. Tenía planta
rectangular, dividida en tres naves, la central más ancha que las laterales.
En el siglo XIII se hundió parcialmente. Las claves para entender este hecho
es que los cimientos sobre los que está construido no eran lo suficientemente
robustos y que el lugar escogido para su construcción no era el más indicado
por estar cerca de un riachuelo, las aguas del cual desgastaron los cimientos. También se apunta como un
posible motivo la excesiva altura de las naves
(once metros la central y ocho las laterales).
Después de este acontecimiento se trasladó el ara de altar a uno de
los miradores de Santa Maria
del Naranco, que ya había perdido sus funciones de palacio. Posteriormente
se optó por cerrar el templo justo después del segundo tramo de la nave,
reaprovechando los materiales procedentes del derrumbamiento. Por este motivo
podemos ver fragmentos decorativos encastados en los muros del templo.
Hoy en día sólo
podemos contemplar el vestíbulo y el primer tramo de las tres naves.
La
imagen del templo no deja de ser curiosa, ya que es un edificio muy alto
comparado con la poca longitud de las naves actuales. Estas están cubiertas
con bóveda de cañón, pero con disposición diferente en las naves laterales
y en la central. En ésta la bóveda es paralela a la dirección de la nave,
mientras que las laterales son perpendiculares.
Como en el caso de San
Julián
de los Prados, no se permiten las fotografías en el interior del templo. En
este caso todavía es más sorprendente la negativa, ya que las visitas se
realizan en grupos muy reducidos, por las dimensiones del templo y siempre
acompañados por un guía, que en Santa
Maria del Naranco si permite realizar fotografías. ¿Qué mal se hace a los monumentos si se hacen las
fotos sin flash? Ninguno... Así pues, las fotos del interior que podéis
contemplar y que están identificadas con ArtMedieval fueron realizadas a
escondidas o a través de las ventanas, durante mi segunda visita al
monumento. El resto de imágenes son del Banco de imágenes del Ministerio
de Educación y Ciencia. En los dos casos las imágenes no tienen la
calidad deseada, pero nos permiten comentar mejor los detalles del interior del templo.
Las naves están separadas por unos arcos que se apoyan en grandes columnas.
Estas tienen los capiteles decorados con motivos geométricos y vegetales.
Lo que más destaca de las columnas es su
basa, dónde hay esculpidas las imágenes
de los cuatro evangelistas en cada lado.
Sobre el vestíbulo de entrada se levanta la tribuna real. A ambos lados de la
tribuna hay dos pequeñas estancias, seguramente dedicadas al descanso de los
monarcas durante las largas ceremonias. El acceso a estas habitaciones se hace a
través de un arco de medio punto decorado con motivos geométricos y
trenzados. Sobre la tribuna hay un cuarto sin acceso, de características
similares a la cámara secreta existente en las cabeceras de los templos prerrománicos
asturianos.
Los muros interiores estaban decorados con pinturas murales . Estas son
posteriores a las que encontramos en San
Julián de los Prados, ya que se abandona el modelo romano, dónde
predominan las formas geométricas y los motivos puramente decorativos, para
centrarse en la figura humana, pese a que todavía se pueden ver círculos y
hexágonos.
En el muro sur se pueden observar restos de un fragmento mural dónde
se representaba a la Sagrada Familia. Las figuras están claramente
desproporcionadas, pero se trataría de las primeras representaciones humanas
del prerrománico español. Los colores predominantes son el rojo, el amarillo
y el verde. En las bóvedas también se pueden observar todavía algunos restos
pictóricos.
A ambos lados de la puerta de acceso encontramos dos grandes piezas de piedra
esculpidas. Los relieves son una reproducción de un díptico de marfil
tardoromano del año 506. En él se representaba al cónsul Arebindus
inaugurando unos juegos. Es muy probable que la monarquía asturiana tuviera
una copia y el hecho de esculpir una reproducción en la iglesia palatina se
ha de interpretar como un signo de poder.
De las celosías originales sólo se conservan cuatro. Tres han sido protegidas
con cristales blindados para evitar actos vandálicos, como el lanzamiento de
piedras. La cuarta, un pequeño rosetón que ilumina la nave central, por su
altura está fuera del alcance de los gamberros y no se ha protegido, pudiéndola admirar sin problemas.
El resto de celosías son de factura moderna siguiendo el modelo de las que se
conservan.
También querría destacar el mal estado en que se encuentra este templo y su
entorno, uno de los más importantes de los que construyó la monarquía
asturiana. Espero que un vez finalizados los trabajos de restauración
de Santa
Maria
del Naranco se empiece a lavarle la cara a San Miguel de Lillo. Un
monumento que es Patrimonio de la Humanidad bien se lo vale.
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