Hoy en día se conoce con este nombre, si bien fue la torre albarrana del primer recinto fortificado. En la ampliación hecha por Sancho Ramírez, la torre quedó dentro del recinto fortificado y por lo tanto perdió su función. Sus ventanas tienen forma de aspillera, excepto en el piso superior dónde se abren pequeñas ventanas de medio punto. 

Se comunicaba con el resto del castillo primitivo gracias a una puerta situada en el tercer piso. En ella se colocaba una pasarela de madera, que permitía ir hasta la Torre de la Reina . Durante la reforma de Sancho Ramírez se construyó el arco de piedra que une la torre con la muralla antigua.

La torre destaca por su altura, veintidós metros, así como por su estrechez. Tiene planta rectangular de diez metros de largo por cinco de ancho en su parte interior. Esto hace suponer que en verdad no era la torre del homenaje, ya que las dependencias son demasiados estrechas para ser dignas de la residencia del señor del castillo.

Originariamente estaba dividida en cinco plantas, pero al adaptarla para las visitas turísticas se modificó esta distribución. Esto se puede comprobar perfectamente en la sala por la que se accede a la torre. En realidad eran dos estancias, como lo delatan las ventanas de la parte superior, que correspondían al cuarto piso.

En esta sala destaca la chimenea adosada al muro norte. Desde aquí podemos bajar, por una escalera de madera, a la segunda planta. En ella encontramos un pequeño cuarto en el muro noroeste dónde hay el retrete.

Como en el caso de la Torre de la Reina , su coronamiento actual no coincide con el original. Se cree que había una estructura de madera que recorría todos sus muros y estaba rematado con un tejado a cuatro aguas.