Reflexiones acerca de la materia de Educación
para la Ciudadanía y Derechos Humanos
José Vicente Mestre Chust
La materia de Educación para la Ciudadanía y Derechos
Humanos se inscribe dentro de la estrategia de la Unión Europea para que
los sistemas educativos promuevan el aprendizaje de los
valores democráticos y de la participación democrática para crear ciudadanos
cívicos y activos. El objetivo fundamental de esta
materia es el de favorecer el desarrollo de las personas a
través de la consolidación de valores como la autoestima, la dignidad personal,
la libertad, la responsabilidad... Para lograr estos objetivos la materia
intenta profundizar en los principios de la ética, así como los relativos a las
relaciones humanas, la educación emocional, así como los derechos, deberes y
libertades que garantizan los regímenes democráticos. Los procedimientos que se
trabajarán en esta materia son, principalmente, la reflexión, el debate y la
evaluación crítica de la información recibida. La Democracia y los valores que
la acompañan son los elementos fundamentales de la materia Educación para la
Ciudadanía y Derechos Humanos.
Asimismo, la materia de Educación
para la Ciudadanía y Derechos Humanos pretende profundizar en los
elementos de la Educación en Valores, como, entre otros, el consumo responsable,
la influencia del mensaje publicitario, la circulación vial, el análisis de las
causas y consecuencias de los accidentes de circulación, o la familia en el
marco de la Constitución Española. A esta Miscelánea de valores se han añadido
los valores de los Derechos Humanos, al considerarlos como
elementos imprescindibles para la formación cívica de los ciudadanos
democráticos. Este es el auténtico objetivo de esta nueva materia: el favorecer
la creación de los ciudadanos cívicos y democráticos desde la escuela.
La idea de crear una materia de educación en valores como
Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos ha abierto, en cierta medida, un
viejo debate sobre la idoneidad de una materia específica de educación
cívico-ética, o de la transversalidad como mejor solución al problema de la
educación en valores. Algunos pedagogos consideran que la educación en valores
debe ser exclusivamente transversal. Otros, no son tan radicales y aceptan la
existencia de una materia específica, sin negar la transversalidad como
herramienta necesaria para la auténtica educación en valores. Sin embargo, éste
no ha sido, ni mucho menos, el debate que ha abierto la propuesta del Ministerio
de Educación de la materia de Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos;
el debate ha sido un debate ideológico sobre el papel del Estado (o de las
autoridades religiosas) a la hora de educar en valores.
Transmitir los valores éticos y cívicos es una necesidad de todo sistema
educativo; la educación no puede limitarse a ser una mera transmisión de
conocimiento. La materia de Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos
pretende realizar esta función de educación en valores, en unos valores muy
precisos: los valores de la convivencia cívica y democrática, así como los
derechos humanos, al ser éstos la máxima expresión de dichos valores: La
autoestima, el funcionamiento de una sociedad democrática, el consumo
responsable...
¿Dónde
está el problema? Una sociedad, bien puede pretender formar ciudadanos en los
valores que cree fundamentales. Sin embargo, algunos sectores de la Iglesia
Católica (no todos, por supuesto) han visto esta materia y sus contenidos como
una amenaza, y han llegado a proponer la objeción de conciencia de los padres
ante esta materia. Victorino Mayoral (2007) señala: “Para la Iglesia Católica
las cosas están meridianamente claras: la Educación para la Ciudadanía y
Derechos Humanos forma parte de la fuerte oleada de laicismo que, como una
situación nueva, se vive hoy en España y que produce un recrudecimiento del
viejo enfrentamiento entre catolicismo y laicismo.”
El problema no es pequeño, ni está fuera del ámbito de la Filosofía, ya
que intenta solucionar la problemática de quién debe decidir, y bajo qué
legitimidad deben ser aceptados, los valores de la ética cívica. Luis María
Cifuentes (2007) lo tiene muy claro: “La ética es fundamental en toda sociedad
democrática y no puede tener su fundamento en las morales religiosas, sino que
debe ser laica.” Entendemos por laico no como antirreligioso, sino como neutral
respecto a toda creencia de tipo religioso.
Nadie duda de la necesidad de la educación ético-cívica, sin embargo, se
ha dudado de la idoneidad de que estos valores puedan basarse en la laicidad. A
mi entender, los valores de la convivencia no pueden estar basados en los
principios de una religión concreta, que no tienen por qué coincidir con los
valores de las demás, ya que estos valores de convivencia ciudadana han de ser
valores compartidos por todos, independientemente de cuál sea la religión que
practica.
Ya desde Immanuel Kant tenemos claro que en el terreno de la moral,
debe ser la razón autónoma la que determine cuáles deben ser los principios
morales. Con Jürgen Habermas extendemos a la colectividad estos principios a la
colectividad a través del diálogo, siendo estos principios los elementos básicos
de la convivencia democrática. El General Franco fue saludado como el hombre que
eliminó a Kant de la sociedad española, y, en cierto modo tenían razón, ya que
el pensamiento de Kant es totalmente incompatible con un sistema totalitario.
Luis María Cifuentes, en el mismo artículo afirma: “La idea de
ciudadanía exige una educación que trasmita valores morales comunes, vínculos
morales que puedan ser compartidos; una educación que trate de crear una
sociedad civil fuerte, autónoma y responsable que no esté sometida al dictado de
partidos políticos ni de las iglesias. Los ciudadanos y ciudadanas de un estado
laico deben formarse ante todo en el cultivo de una virtud cívica sin la cual es
imposible la convivencia. Me refiero a la tolerancia, al respeto a las creencias
íntimas, sean religiosas o no, y a las convicciones morales de cada persona;
pero para todo ello es preciso educar seriamente en valores y actitudes éticas.
Y eso no se puede dejar únicamente en manos de los medios de comunicación ni del
mercado.” En definitiva, se trata de una oportunidad de trasmitir
a los alumnos una serie de valores éticos y cívicos fundamentales para la
convivencia democrática, y, naturalmente el estado está totalmente legitimado
para decidir cuáles deben ser estos valores a trasmitir a través del sistema
educativo.
Bibliografía
Cifuentes, L.M.
Sociedad secularizada, ética laica y morales religiosas, en Cuadernos
de Pedagogía nº 366, marzo de 2007
Mayoral, V. Educación para la Ciudadanía y Derechos
Humanos, el debate ideológico, en Cuadernos de Pedagogía nº 366,
marzo de 2007
Mestre, J.V. El
emotivismo moral y el diálogo racional. El tránsito entre la moral individual y
la ética universal en A Parte Rei. 2003
Mestre, J.V. Educación en Derechos Humanos.
Padres y Maestros, A Coruña, 2005
Mestre, J.V. Els Drets Humans.
Editorial UOC, Barcelona 2006
Artículo publicado
en la revista A Parte Rei en el año 2007.
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