Provincia de Lleida


Sant Pere del Burgal
(La Guingueta d'Àneu, Pallars Sobirà)





La primera documentación escrita que encontramos de la existencia de un monasterio en esta zona corresponde al año 859, cuando aparece aparece en un precepto de inmunidad que dio el conde de Tolosa Ramon al abad Deligat.


A principios del siglo X, el cenobio entra en decadencia y fue anexado al de Santa María de Gerri, dentro de la órbita de la casa condal de Pallars. Según un documento del año 1006, el conde Sunyer confirmó y renovó la donación de Sant Pere del Burgal a Santa María de la Grasa. El monasterio de Gerri no aceptó esta cesión y mantuvo sus pretensiones sobre la comunidad del Burgal. Esto provocó numerosas tensiones entre ambos monasterios, que se resolvieron en una concordia firmada en 1337 y por la que el cenobio de la Grasa conservaría gran parte del patrimonio de Sant Pere del Burgal y en cambio el monasterio de Gerri recibiría diversos bienes y propiedades.


En 1570, el monasterio fue secularizado, comenzando de esta manera su declive definitivo, pues hacia el siglo XVIII ya se encontraba en ruinas. Por este motivo, a pesar que Sant Pere continuaba como parroquia, estas funciones se hacían en Escaló. En 1770 fue traspasada al abad de Gerri.

La desamortización de 1835 supuso la desaparición total del cenobio, pasando a ser una simple capilla.

Las edificaciones que hoy en día podemos observar corresponden a los siglos XI y XII.

Se trata de un edificio muy interesante, pues el templo tenía dos cabeceras. Esta circunstancia sólo la podemos observar en la arquitectura catalana en la iglesia de Santa María de Arles, en el Vallespir.


La cabecera principal está formada por tres ábsides semicirculares decorados externamente con arcos lombardos y lesenas.


En cada ábside lateral podemos encontrar una ventana abocinada, mientras que el principal podemos ver tres.


Por encima de la cubierta del ábside de la nave principal podemos ver una ventana en forma de cruz. Encima se alza un pequeño campanario de espadaña de un solo ojo.


Los ábside y parte del presbiterio se han cerrado para dar el recinto el aspecto de capilla.


El templo tenía tres naves, con la principal de más altura. En el lado norte todavía se conserva el muro y los arcos formeros que separaban la nave lateral de la principal. Por los vestigios que nos han quedado, se supone que las naves estaban cubiertas con un envigado de madera.


La otra cabecera, situada al oeste, tenía un único ábside, encarado a la nave principal.


Tenía dos niveles. El inferior se ha conservado perfectamente y se puede observar el arco presbiteral y la bóveda de cuarto de esfera.


El piso superior, que ha sufrido algunas alteraciones en los últimos años, tal y como se puede observar si se comparan las fotografías de 2003 y la anterior, aún se conservan algunos de los arcos ciegos con que estaba decorado externamente.


En esta fachada podemos encontrar la puerta principal, que da acceso a la nave del lado norte.


En la otra nave lateral se observan restos de otras dos puertas que comunicaban con las dependencias monacales.


Se pueden definir los perímetros de algunas de estas dependencias, situadas en el suroeste del templo, pero es imposible ahora mismo poder obtener más datos sobre su funcionalidad.


En el ábside principal se instaló una reproducción de las pinturas que originariamente decoraban el templo.


Se trata de una copia de las que se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y que fueron pintadas a finales del siglo XI o principios del XII.


En ellas podemos observar una parte de la mandorla donde figuraba Cristo en Maiestas Domini. Sólo se ha conservado el pie derecho.


A su lado aparecen Ezequiel e Isaías, dirigiéndose a Dios y flanqueados por los arcángeles San Gabriel y San Miguel.


Justo debajo, a la altura de las ventanas, encontramos a la Virgen María acompañada por San Pedro, San Juan Bautista, San Pablo, San Juan Evangelista y otro apóstol sin determinar.


La decoración en el nivel inferior del ábside está formada por una faja donde se alternan el fondo verde y el rojo, sobre los que se dibuja una corona con gemas. El conjunto está enmarcado por una greca con dibujos con perspectiva geométrica de tipo clásico. Bajo este motivo encontramos cortinajes.


En el extremo derecho del ábside encontramos una figura femenina que sostiene un cirio. Gracias a una inscripción podemos saber que se trata de la condesa Lucía del Pallars. Seguramente pagó la realización de las pinturas y quiso inmortalizar su persona apareciendo en el ábside. Se cree que su marido, el conde Artau I de Pallars, podría estar representado en el lado opuesto del ábside. No es un hecho muy usual en el románico y sólo es comparable a las pinturas se Sant Pere de Esterri d'Àneu, también conservadas en el MNAC. Se da la circunstancia que el conde murió excomulgado por haber usurpado posesiones al obispado de Urgell (1,081). Siete años más tarde, cuando Lucía y sus hijos restituyeron los bienes a la iglesia, pudieron enterrar al conde en suelo sagrado y por lo tanto es probable que encargaran estas pinturas para mostrar la "cristiandad" de la familia y "hacer puntos "para disfrutar de una vida eterna plena.


En el intradós del arco triunfal y el presbiterio había representados diez personajes masculinos sentados. Sólo dos de ellos conservan todavía su cabeza. Algunas fuentes los identifican con profetas, mientras que otros estudiosos afirman que completaban el apostolado del ábside.


Inicialmente también se conservaban y fueron arrancadas de los muros los pies de estas dos imágenes y los de tres más. Su estado de conservación es mucho más deficiente en el resto del conjunto. Actualmente están en proceso de restauración en el propio museo y cuando se termine esta tarea, serán colocadas en la exposición permanente.


Posteriormente se descubrieron nuevos fragmentos de pinturas murales en el templo y que en este caso se conservaron in situ. Desgraciadamente, estas pinturas se han de ver a través de un cristal bastante sucio y como la iluminación en el interior de los ábsides se limita a las aberturas originales románicas, resulta complicado tomar buenas fotografías de esta parte del templo.


El fragmento más importante lo encontramos en el muro existente entre el ábside norte y el central. La particularidad de estas pinturas es que hay dos capas diferentes, una sobrepuesta a la otra. En la capa temprana, que es coetánea a las pinturas del ábside, vemos dos figuras humanas. Una de ellas parece ser un personaje femenino, mientras que la otra parece corresponderse con un hombre, probablemente Ot, que era clérigo y que posteriormente fue obispo de Urgell. Por el espacio que queda en el muro es muy probable que los acompañara una tercera figura. Montserrat Pagès plantea la posibilidad de que fueran tres de los cinco hijos de la condesa Lucía y el conde Artau I de Pallars, debido a la gran similitud entre ellos y la imagen de Lucía. La mujer, además, lleva el mismo peinado que la condesa. Los otros dos hijos estarían representados en el muro de separación existente entre el ábside sur y el central.


Sobre estas dos figuras y en una época indeterminada, pero aún dentro del periodo románico, se dibujó encima y tapandolas parcialmente, otra figura con el cabello cubierto con una toca. Esta es de color amarillo con líneas de color turquesa. Tiene una expresión de aflicción, con la mano izquierda señalando algo.


En el templo también hay una reproducción de la talla de un Cristo Crucificado, que se conserva en el MNAC. Cuando llegó al museo estaba fragmentado en cuatro partes (tres fragmentos eran de la colección de Oleguer Junyent y el cuarto lo compró el propio museo). Una vez unidos los fragmentos, nos encontramos con una imagen de madera, de un Cristo ya muerto y con una expresión de dolor contenido. Está datada en la segunda mitad del siglo XII.


Durante las obras de restauración y consolidación se puso al descubierto el pavimento del templo, que en algunos sectores aún se conserva. Estaba formado por guijarros, dispuestos de manera que trazaban dibujos geométricos en la nave central.


En el ángulo suroeste de la nave, se conserva una pila circular tallada en piedra.