Es la patrona de Catalunya, popularmente conocida como la Moreneta. Según se desprende de los exhaustivos estudios realizados recientemente, esta imagen, como la de la Virgen del Tura de Olot, originalmente eran blancas con una ligera pigmentación. Las pinturas utilizadas en el siglo XII contenían plomo, que se oxida y oscurece fácilmente. El aliento y las manos de los peregrinos, el polvo y el humo de los cirios hizo que poco a poco se fuera oscureciendo la pintura. Ya en el siglo XV encontramos tablas dónde se representa a la Virgen de Montserrat oscurecida. En el siglo XVI, se optó por repintarla con un color de piel tostado.

La talla, del siglo XII, sigue el modelo de Virgen María en majestad típico bizantino, denominado Kyriotissa. La Virgen María sostiene en su regazo la imagen del Niño Jesús, que fue sustituido por el actual entre 1823 y 1824. También se cambiaron las manos de la Virgen y se pintaron las caras y las manos de un negro intenso. Previamente la imagen fue profanada y abandonada durante la Guerra del Francés, cuando se dinamitó el monasterio. Durante el otoño de 1811, gracias a las lluvias que hubo, un monje encontró la imagen, que se volvió a entronizar en 1844.

Tanto la Virgen como el Niño tienen túnica y mantos dorados, repintados en el siglo XVI. Se cree que originariamente tenían un finísimo baño de oro. La virgen lleva toca bajo la corona, que fue rehecha también en el siglo XVI. El Niño está sentado en el regazo de Maria y nos bendice con la mano derecha, mientras que en la izquierda tiene una piña, signo de fecundidad y vida perenne. La Virgen, en cambio, sostiene el orbe esférico, símbolo del cosmos, la Creación y el volumen perfecto. La mano izquierda parece que quiera apoyarla en el hombro de su hijo.

La Virgen está sentada en un trono con montantes cilíndricos coronados con pomos en forma de piña. Los pies, que llevan zapatos acabados en punta, descansan sobre un cojín. Estos se retocaron en 1947 cuando se instaló la imagen en el lugar que ocupa actualmente.