Provincia de Tarragona
Santa Maria de Santes Creus
(Aiguamúrcia, Alt Camp)
41º 20,832'N ; 1º 21,951'E
Las primeras noticias del núcleo monacal de Santes Creus las encontramos en el
año 1150, momento en que en que el Conde de Barcelona Ramon Berenguer IV y
Guillem Ramon de Montcada cedieron unos terrenos en Cerdanyola del Vallès.
Estos terrenos no eran aptos para instalar una comunidad y fue necesaria una
nueva cesión de tierras, esta vez por parte de Guerau Alemanys de Cervelló,
en el año 1158 para poner en marcha una comunidad de monjes cistercienses.
Los primeros edificios del monasterio se situaron alrededor de la capilla de
la Trinidad. Unos años más tarde, al finalizar las obras de la
iglesia mayor, se convirtió en la capilla de la enfermería.
Está formada
por una única nave cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada, que
arranca de una moldura que recorre todos los muros. La puerta de acceso es de
medio punto dovelada y sin decoración.
En su interior se conserva un fragmento de una talla renacentista de Cristo
Crucificado.
También vale la pena pararse a contemplar los restos del patio
de la enfermería, situado justo en frente de la puerta de acceso. Todavía se
pueden observar algunas arcadas apuntadas que lo rodean.
En el año 1174 se empezó a edificar el templo del monasterio. También se
iniciaron las obras de la sala capitular, del templete, las alas norte y este
del claustro y el dormitorio. La crisis que sufrió Cataluña durante el
reinado de Pere I y inicios del de Jaume I, influyó en la evolución
de las obras, que quedaron paradas hasta el siglo XIII, momento en
que se convirtió en panteón real. Pere II el Gran fue el primer rey
enterrado en Santes Creus y su tumba es una de las piezas más interesantes
del monasterio.
Se trata de un baldaquín que imita los modelos sicilianos, realizado entre
los años 1292 y 1295 y coronado con unos esbeltos pináculos. Para la realización
del sepulcro se va reprovecho uno vaso de pórfito, sobre el que se colocó una
urna de doble vertiente decorada con las esculturas de quince santos y de la
Virgen María con el Niño. Todo el conjunto se apoya en dos grandes leones. A
sus pies se encuentra enterrado su fiel servidor Roger de Llúria.
Al otro lado del crucero encontramos la tumba de Jaume II y Blanca de Anjou,
inspirada en la del monarca francés Luís IX. En ella podemos observar las
imágenes de los monarcas que visten los hábitos cistercienses. En el rey
podemos observar la corona, el único elemento de poder que trae.
Durante los siglos XIII y XIV se continuaron las obras de construcción del
claustro, del dormitorio, del templo y del palacio real. El templo abacial
responde a la estructura típica de los templos cistercienses.
Tiene planta de
cruz latina y con tres naves cubiertas por bóvedas de crucería. Las naves
acaban en un transepto dónde se abren tres ábsides rectangulares.
El
central presenta un gran rosetón y tres ventanas de medio punto en la parte
inferior. En las paredes laterales también podemos ver otra ventana.
Actualmente podemos ver en este ábside un retablo barroco, obra de Josep
Tremulles.
La ara de altar se apoya en columnas románicas.
En el lado derecho del transepto podemos encontrar una escalinata que nos
lleva hasta el dormitorio de los monjes.
Cerca de la puerta que da acceso a
esta dependencia podemos observar un antiguo reloj.
El gran rosetón está formado por dos círculos concéntricos unidos por ocho
columnas radiales que tienen los capiteles esculpidos con motivos florales. En
el centro encontramos una corona octolobulada. Los vitrales son los originales.
Los arcos formeros que separan las naves están apoyados en grandes pilares
rectangulares. Los arcos fajones están sustentados por unas pilastras
acabadas en permódolos escalonados.
En la fachada oeste podemos encontrar una puerta que da acceso a la nave
principal. Es una puerta de medio punto con arquivoltas en gradación, que se
sustentan en finas columnas y capiteles esculpidos con motivos geométricos,
vegetales, animales y humanos.
Sobre la puerta podemos ver un gran ventanal gótico, que ilumina la nave
central. Fue construido alrededor del año 1300 por iniciativa real, ya que se aleja claramente de las rígidas reglas de
San Bernardo. En él
se encontramos representadas imágenes de la vida de Cristo y de la Virgen. En
cada plafón podemos ver representada una escena bíblica, con un exquisito
trabajo digno de un miniaturista.
Las naves laterales, en cambio, están iluminadas por dos ventanas de medio
punto con un guardapolvo. La fachada fue coronada en el siglo XIV con almenas.
Estas almenas están rematadas con canecillos esculpidos con cabezas humanas,
de animales y motivos geométricos.
El claustro actual , de planta cuadrada, fue edificado en el siglo XIV sobre un
anterior románico, por orden de Jaume II, que no lo consideraba lo suficiente
digno para un monasterio real. Es un de los mejores ejemplos de claustros
góticos de la península.
Desde el claustro nace una escalera que nos conduce hasta el dormitorio, una gran
sala con techo de madera apoyado en arcos de diafragma. Estos arcos se
sustentan en capiteles adosados a los muros, que están esculpidos toscamente
con motivos vegetales.
Desde este aposento salen unas escaleras que conducen a la Torre de las Horas,
del siglo XVI y al cimborrio que hay sobre el transepto de la iglesia. Pese a
ser gótico, está coronado con una linterna barroca.
Bajo el dormitorio, en el claustro, encontramos el acceso a la sala capitular.
La puerta está flanqueada por dos ventanas gemelas, enmarcadas por dos
arquivoltas en gradación, que se sustentan en columnas y capiteles. Estos están
decorados con motivos vegetales.
El interior de la sala tiene forma cuadrada y
sus bóvedas de crucería están sostenidas por cuatro columnas. Los capiteles y
las claves de bóveda están decorados con motivos animales y vegetales. Al
fondo encontramos tres ventanas de medio punto y de doble derrame que iluminan
la sala. En el suelo encontramos las lápidas esculpidas de algunos abades del
monasterio.
El monasterio tiene otro claustro, próximo a la zona dónde se encuentra la
capilla de la Trinidad. Es conocido como claustro de la enfermería y tiene
estructura rectangular. Está comunicado con el claustro gótico a través del
locutorio: una pasillo con bóveda de cañón ligeramente apuntada. Las galerías
son envigadas y tienen arcos apuntados muy sencillos.
En el siglo XVIII se
sobrealzaron con un nuevo piso las galerías y todavía se pueden ver algunos
esgrafiados de tipo
geométrico que se hicieron durante esta reforma.
En este claustro encontramos el acceso al Palacio Real, iniciado el año 1280
por Pere el Gran y ampliado por Jaume II. Un vestíbulo con techo de
madera policromada nos conduce al patio principal. Destaca la escalinata, los relieves
que muestran las armas catalanas, una galería gótica, los techos de
madera policromada y la columna que sustenta la escalinata. A partir del año
1520 se convirtió en palacio abacial, hasta que en el siglo XVII se
construyeron las nuevas dependencias alrededor de la plaza de San Bernardo Albó,
entre las cuales se encuentran las viviendas para los monjes jubilados y el nuevo palacio
abacial.
Otras dependencias de este claustro, que todavía se mantienen en pie son la cocina
(parcialmente derruida), el nuevo refectorio y la prisión. Esta dependencia
estaba dividida en dos plantas, pero el suelo del segundo piso se hundió. En
una de las paredes se puede ver una pintura mural, dónde hay representado un
calvario, hecha por uno de los prisioneros y de poca calidad. También se
pueden ver algunas inscripciones de poco interés.
Cerca de la prisión podemos encontrar una sala con una bóveda sostenida por
dos columnas en forma de palmera y capiteles octogonales, donde se apoyan los
nervios que refuerzan las bóvedas de crucería. La sala estaba iluminada por
cinco ventanas, hoy cegadas . En este aposento, originariamente estaba ubicado
el escritorio, de gran actividad y prestigio durante los siglos XII y XIII.
Posteriormente, al perder importancia el trabajo de los copistas, se reconvirtió
la sala en bodega. Actualmente no podemos disfrutar demasiado de la vista de
esta sala, ya que en ella se ha ubicado parte del audiovisual sobre el mundo del
Císter y casi todo el rato se mantiene en la penumbra.
A su lado encontramos una sala cubierta con arcos de diafragma apuntados,
que originariamente se utilizaba como bodega. Como en el caso anterior, la
utilización de este espacio como lugar de proyección de audiovisuales nos
impide disfrutar de todo su esplendor.
En la plaza de sant Bernat Albó se encuentra el nuevo Palacio del Abad,
construido en 1640 y que actualmente acoge dependencias municipales.
Nada más entrar encontramos un pequeño claustro, reaprovechado de
construcciones anteriores, ya que en este lugar se encontraba el hospital
para los pobres.
En el año 2009 se descubrió la antigua galería gótica del piso superior.
Este hecho fue un hallazgo inesperado, ya que se creía que la parte superior
del edificio era del siglo XVII. Se han dejado a la vista los antiguos arcos
apuntados a la espera de poder realizar una campaña de obras que permita
volverlos a abrir.
La decadencia del monasterio empezó con la Guerra de Sucesión. El año 1835
se procedió a su exclaustración. Al quedar abandonado, el monasterio fue víctima
de numerosos saqueos. Unos años más tarde se convirtió en el presidio de
Tarragona, lo que comportó importantes destrozos en la estructura, que fueron
parcialmente restauradas por la Comisión de Monumentos de Tarragona.
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