Provincia de Lleida
Santa María de Mur
(Castell de Mur, Pallars Jussà)
42º 6,250'N ; 0º 51,500'E
La iglesia de Santa María se comenzó a construir entre el 1057 y el 1060 por
orden de los condes Ramon V de Pallars Jussà y Valença, hija de Arnau Mir de
Tost.
Se
construyó en el lado opuesto de la cima donde se encuentra el
castillo de Mur .
Algunas fuentes afirman que se construyó sobre la antigua capilla del castillo,
aunque no se ha encontrado ninguna constancia documental que confirme la
existencia de esta primitiva capilla.
El
obispo de Urgell, Guillem, consagró la iglesia en honor de Nuestro Señor
Jesucristo, la Virgen, San Pedro apóstol y san Esteban, el 12 de enero de
1069. Los condes dotaron a la iglesia con numerosos bienes y un lujoso
mobiliario litúrgico, pues su intención era convertirla en su panteón
familiar.
Por ello instauraron una comunidad canonical, ratificada por el papa Urbano II
en 1099. En la bula papal se establecía que la comunidad agustiniana era
independiente del obispo de Urgell y se encontraba bajo la jurisdicción
directa de la Santa Sede.
Este hecho dotó de privilegios especiales al pavorde de Mur, que tenía derecho
a asistir a los concilios tarraconenses, por ejemplo.
En
la primera mitad del siglo XII, instigado por el abad del monasterio de
Bellpuig de les Avellanes, hubo un intento de convertir la canónica
agustiniana en una comunidad premostratense.
La
oposición de los canónigos de Mur hizo fracasar esta iniciativa, pues
pidieron ayuda al papa Gregorio IX, el cual reafirmó la vinculación directa de
Mur con la Santa Sede.
En
1592, el papa Clemente VIII ordenó la secularización de las canónicas
regulares y la de Mur pasó a ser una colegiata secular, con los derechos y
posesiones que tenía la antigua canónica.
Este cambio fue aprovechado por el obispo de Urgell, que intentó poner la
colegiata bajo su control.
Una sentencia del tribunal de la Rota del año 1600 estableció que el pavorde
de Mur seguía teniendo el dominio de los territorios de Mur.
Esta situación se mantuvo hasta que en 1873 se abolió la jurisdicción exenta
de Mur y la iglesia pasaba a ser una simple parroquia rural, dependiente del
obispado de Urgell.
A
partir de este momento se abandonan las estancias de la canónica y comienza su
decadencia.
El
momento de máxima penuria lo encontramos en el año 1915, cuando un grupo de
técnicos italianos arrancaron las pinturas murales del ábside central,
aprovechando la soledad del lugar.
Estas fueron trasladadas a los Estados Unidos, donde actualmente se exponen en
el Museum of Fines Arts de Boston.
Este hecho provocó la reacción de la Junta de Museos, que comenzó a arrancar
las muestras de pintura mural de las iglesias de la zona para evitar su marcha
fuera del país y conservarlas en un museo en Barcelona.
De
Mur se extrajeron las pinturas del ábside sur y actualmente se conservan en
el Museu Nacional d'Art de Catalunya.
La
declaración de Monumento Nacional del año 1920 llegó demasiado tarde ...
Entre 1932 y 1935 los Amics de l'Art Vell restauraron el castillo y el
claustro.
Desgraciadamente, al inicio de la Guerra Civil el templo fue saqueado y
destruidas sus imágenes, entre las que se encontraba una talla de un Cristo
Crucificado del siglo XII, realizada por el taller de Erill.
Sólo se conserva una fotografía tomada en 1920 y que se conserva en el archivo
Albert Bastardas.
Basándose en esta fotografía se realizó la reproducción que se conserva hoy en
el templo.
A
partir de finales del siglo XIX, primero gracias al empuje de la Societat d'Amics de la Muntanya de Tremp y luego a cargo del Departamento de Cultura de
la Generalidad de Cataluña, se procede a restaurar y para trabajos
arqueológicos en la canónica .
Los frutos de estas acciones y las que se han llevado a cabo últimamente,
permiten al visitante acceder a la iglesia y al claustro y así imaginarse el
esplendor que tuvo en el pasado este bello lugar.
La
iglesia era un edificio de planta basilical con tres naves.
La
nave norte se derrumbó pronto.
En
su lugar se construyeron tres capillas góticas.
En
la clave de bóveda de la capilla más cercana al presbiterio podemos encontrar
el escudo de la familia Mur.
Las otras dos naves están rematadas al este por ábsides semicirculares.
Tres ventanas de medio punto y doble derrame iluminan el interior del ábside
principal, mientras que en el del lado sur sólo hay una.
Externamente están decorados siguiendo el modelo lombardo, con arcos ciegos,
agrupados de tres en tres y separados por lesenas.
Interiormente los ábsides estaban decorados, hasta principios del siglo XX,
con unas interesantes pinturas murales.
Como ya hemos comentado, las del ábside central fueron arrancadas y
trasladadas en Boston.
Actualmente podemos volver a ver el ábside decorado, si bien se trata de una
reproducción de las pinturas originales, hecha con una fotografía de gran
resolución, colocada sobre un soporte sobrepuesto al ábside original.
Se
ha hecho de esta manera y no directamente en el muro, para no dañar los restos
de las pinturas que aún quedaban en el tambor y la bóveda absidal.
Destaca su gran Pantocrátor en la mandorla, bendiciendo con la mano derecha y
cogiendo un libro con la mano izquierda, donde se lee "EGO SUM VIA, VERITAS ET
VITA NEMO venit AD patrón NISI PE ME".
Dentro de la mandorla, rodeando al Señor, encontramos nueve estrellas.
Acaban de llenar la bóveda absidal las figuras del Tetramorfos.
Una cenefa ornamental separa el nivel celestial del terrenal.
En
este segundo nivel vemos a los apóstoles distribuidos en los espacios que hay
entre las ventanas.
No
tienen la rigidez de otras representaciones de este tipo e incluso en algunos
casos parece que estén hablando entre ellos.
Alrededor de la ventana central encontramos a San Pedro ya San Pablo.
Son especialmente interesantes las imágenes que encontramos en el interior de
los arcos descritos por las ventanas.
En
el central y en el del lado sur parece que se representaron escenas de la vida
de Caín y Abel.
En
la ventana central se representa a los dos hermanos haciendo sus ofrendas a
Dios, mientras que en la del lado sur vemos la escena del fratricidio y como
la mano de Dios recrimina este hecho.
En
la ventana del lado del Evangelio dos atlantes sostienen la bóveda del Cielo.
El
registro inferior no es nada habitual en la pintura románica catalana, por que
no se han representado cortinajes o motivos geométricos, sino que en su lugar
encontramos escenas de la infancia de Jesús.
Esta es la parte más deteriorada del conjunto, ya que todo lo demás configura
una de las mejores muestras pictóricas de la zona.
A
pesar del deterioro se pueden distinguir las escenas de la Visitación, la
Natividad y el Anuncio a los pastores.
Las otras dos escenas podrían corresponder a la Anunciación y la Epifanía.
En
el ábside del lado derecho también se conservaban pinturas murales, hasta que
fueron arrancadas y en este caso trasladadas al Museo Nacional de Arte de
Cataluña, para evitar que también salieran del país.
A
pesar de este acto para salvar el patrimonio, el hecho acaba siendo el mismo y
en la iglesia de Mur sólo se pueden contemplar reproducciones de las obras
originales.
El
estado de conservación es mucho más deficiente, motivo por el que seguramente no las
arrancaron los italianos que expoliaron las pinturas del ábside central.
En
la vuelta absidal habría representado la Ascensión de Cristo a los Cielos.
Nuevamente encontramos la imagen del Salvador en una mandorla, en este caso
acompañado por dos ángeles.
En
el tambor absidal vemos a María y los Apóstoles, dos de los cuales ocupan la
parte interior de la ventana.
También hay pinturas murales, pero de épocas posteriores y en muy mal estado
de conservación en las capillas laterales abiertas en el muro sur y las
paredes de esta nave.
Las naves están cubiertas con bóvedas de cañón, reforzadas por arcos fajones,
que se apoyan en pilares cruciformes.
La
separación entre naves se realiza a través de arcos formeros de medio punto.
Tres ventanas, situadas en el muro oeste, iluminaban las naves.
La
del lado norte, al desaparecer la nave, fue cegada.
La
central es la más interesante, pues es de tipo geminado, con un pequeño ojo de
buey encima.
Adosado a este muro del templo se encuentra un pequeño y acogedor claustro.
El
aspecto actual es el fruto de las diversas campañas de restauración, iniciadas
en 1932. En aquella primera campaña, los Amics de l'Art Vell volvieron a
abrir los arcos de las galerías este, oeste y norte.
No
fue hasta la década de los ochenta que no se terminó este trabajo.
El
claustro tiene planta rectangular, ligeramente asimétrica, de dimensiones
reducidas, lo que le confiere una sensación de intimidad y serenidad.
Desgraciadamente las transformaciones que sufrió el claustro lo largo de los
siglos dañaron considerablemente mayor parte de los capiteles.
De
hecho los de la galería sur han sido sustituidos por capiteles de factura
moderna debido a su mal estado de conservación.
En
la galería norte gran parte de los capiteles están también muy erosionados y
no podemos ni siquiera adivinar con qué motivos estaban esculpidos.
El
que mejor ha se ha conservado es uno que representa la cabeza de un toro.
En
el resto de capiteles intuyen algunos elementos vegetales y animales.
En
uno de ellos parece haberse representado en águilas.
El
lado oeste tiene los capiteles en mejor estado.
Podemos ver un capitel con una cabeza barbado con hojas de acanto en las
esquinas.
El
siguiente capitel tiene esculpido un cuadrúpedo, quizás un cordero, en cada una
de sus caras.
A
continuación hay un capitel vegetal.
También vemos un ángel en cada una de las caras de un capitel.
Termina la galería con un capitel donde hay un personaje barbado, que está de
rodillas soportando el peso del arco.
También la galería este conserva algún capitel mínimamente identificable.
Los capiteles de los extremos son de tipo vegetal, mientras que en los
centrales se esculpieron motivos animales y figuras humanas.
En
la base de la segunda columna si lo miramos desde el lado norte, encontramos
esculpida una flor de seis pétalos circunscrita.
Acercarse al conjunto monumental del castillo y la canónica de Santa María es
muy recomendable.
Ambos edificios son una clara muestra de la consolidación del románico en
nuestra región y del poder de los señores feudales y de las comunidades
religiosas en aquella época.
También son interesantes las vistas que desde el promontorio se tienen de la
zona y comprender así el poder ejercido por los dos edificios.
No
quisiéramos terminar este escrito sin agradecer las facilidades y el trato
recibido por parte de la guía del recinto.
Es
de agradecer llegar a este lugar y encontrarse con alguien que te facilita
tanto el trabajo y que te explica con tanta pasión la importancia del lugar y
su valor patrimonial.
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