Provincia de Barcelona
Santa María de Barberà
(Barberà del Vallès, Vallès Occidental)
41º 31,825'N ; 2º 7,781'E
La
iglesia de Barberà ya aparece documentada en los primeros años del siglo XI.
El
templo que podemos contemplar hoy en día fue edificado a principios del siglo
XII, sobre los restos de un templo anterior.
A
partir de 1143 pasó a ser parroquia.
La
iglesia está formada por una sola nave acabada en un transepto con tres
ábsides semicirculares.
Los ábsides están cubiertos con bóveda de cuarto de esfera, mientras que la
nave tiene bóveda de cañón.
También están decorados externamente siguiendo el modelo lombardo con un friso
de arcos ciegos bajo el tejado.
En
el caso del ábside principal, los arcos están agrupados en grupos de tres y
separados entre ellos por lesenas.
En
los dos laterales también podemos ver lesenas, pero sólo en los extremos.
También encontramos decoración lombarda en los muros del transepto.
El
muro sur del brazo derecho tiene dos grupos de arcos ciegos separados por una
lesena y que recorren la pendiente del tejado a dos aguas.
En
el lado izquierdo hay tres arcos, mientras que en el cuatro se pueden
encontrar cuatro y un pequeño ojo de buey.
La
torre de campanario se alza sobre el brazo norte del transepto.
Tiene planta rectangular y se alza dos pisos por encima del gran zócalo de
piedra.
Este está decorado con arcos ciegos, lesenas y un friso de dientes de sierra.
En
el primer piso encontramos una ventana de medio punto en cada muro, mientras
que en el segundo hay dos.
Las del lado más alargado están separadas, mientras que las de los lados
cortos son geminadas.
Las ventanas están enmarcadas por lesenas esquineras.
La
puerta de acceso al templo se encuentra en el muro oeste.
Es
de factura muy senzilla, formada por dos arcos de medio punto dovelados en
gradación.
En
1919, mosén Manuel Trenes, director del Museo Diocesano de Barcelona y el
rector de Santa María, José M. Esteve, descubrieron las pinturas murales que
decoraban la cabecera.
Unas manchas de color que "ensuciaban" el yeso blanco con que estaban
cubiertas las paredes puso en alerta al rector.
No
se habían descubierto antes, ya que un retablo tapaba completamente el ábside
central.
Por suerte se ha conservado todo este conjunto in situ, formando uno de
los conjuntos más interesantes de toda Cataluña, ya que están decorados los
tres ábsides y los espacios que hay entre ellos.
El
ábside central contiene unas pinturas posteriores a las de los ábsides
laterales.
Están datadas a finales del siglo XII o principios del siglo XIII.
La
decoración pictórica está dividida en cuatro registros.
El
inferior está decorado con unos cortinajes.
Preside el registro superior un pantocrátor rodeado de los símbolos del
Tetramorfos.
Desgraciadamente lo que vemos hoy en día es fruto de la restauración del siglo
pasado.
Sólo se ha conservado la parte inferior de la imagen de Cristo y parte de las
imágenes del ángel (San Mateo) y del león (San Marcos).
Durante la restauración se produjo el debate sobre si la imagen central era un
Maiestas Domini o una Mariestas Mariae.
Algunos autores creen más acertada la presencia de la Virgen centrando bóveda
del ábside, teniendo en cuenta que el templo está dedicado a María y la
relevancia que tiene este personaje en las escenas del tambor absidal.
Bajo la bóveda absidal encontramos escenas relacionadas con la infancia de
Jesús.
A
la izquierda podemos ver la Visitación, con María y Isabel abrazándose.
A
continuación encontramos la escena del Nacimiento de Cristo.
Es
una escena particular, pues vemos a María tumbada en una cama, señalando con
la mano a San José que se encuentra en un segundo plano.
Lo
que sorprende es la ubicación de la cuna donde está el niño Jesús.
Se
encuentra en el ángulo superior derecho, adaptándose al arco de la ventana.
Como dice la tradición le calientan el buey y la mula.
Al
otro lado de la ventana, encontramos una escena poco habitual en que dos
comadronas lavan a Jesús.
Completa el friso superior la Anunciación a los pastores.
En
el registro inferior continúa la narración de la historia de Cristo.
La
escena de la izquierda describe la conversación de Herodes con los Magos, que
se dirigen a presentar sus ofrendas al Niño.
Bajo la ventana vemos la imagen de María con el Niño en su regazo.
Desgraciadamente sólo se conserva su parte inferior.
En
la parte derecha del ábside encontramos la entrada de Jesús en Jerusalén.
La
parte interior del arco presbiteral también está decorado con pinturas.
Las del lado norte están en peor estado de conservación y su interpretación
resulta controvertida.
La
mayoría de estudiosos creen que la escena del registro superior representa la
Anunciación, por tanto formaría parte del discurso narrativo del tambor
absidal, pues está justo antes de la Visitación.
La
escena inferior ya es más complicada de interpretar, pues ha desaparecido en
gran parte.
Para algunos autores, correspondería al Juicio de Salomón.
Esta teoría se fundamenta en que el lado derecho de la escena, la mejor
conservada, vemos a una mujer con lo que parece un niño en brazos.
A
su lado parece que haya otra figura humana.
Pero entonces, ¿qué hace esta escena entre la anunciación de los pastores y los
Magos con Herodes?
Otros estudiosos afirman que se trata de la matanza de los Inocentes, mucho
más coherente con el discurso narrativo del ábside y un tema recurrente del
románico.
¿Qué
representa realmente?
Es
difícil de decir.
El
estado de conservación es muy deficiente.
La
historia del Juicio de Salomón no parece coherente en este punto, pero los
restos conservados tampoco parece coincidir exactamente con la narración de la
matanza de los Inocentes.
Si
miramos el lado sur del arco presbiteral, encontramos una escena aparentemente
descontextualizada: El Pecado Original.
En
ella vemos a Adán y Eva junto al árbol prohibido, en el que está enroscada la
serpiente.
Eva está comiendo una manzana con la mano derecha.
Debajo, hay representadas todo un grupo de personas dentro de una ciudad.
La
mayoría de autores afirman que se podría tratar de Jerusalén, la ciudad a la
que se dirige a Jesús en la última escena del tambor absidal y que está
situada a la izquierda de ésta.
En
el intradós del arco presbiteral se encontró la imagen de Abel con actitud de
ofrenda y mirando hacia el cielo, que desgraciadamente ha desaparecido.
También han desaparecido las pinturas que decoraban la bóveda del crucero.
En
este punto se había representado una Maiestas Domini rodeada por la mandorla
mística y a la que acompañaban a los veintidós cuatro ancianos del Apocalipsis.
Con una mano sostenían un instrumento, mientras que con la otra levantaban un
cáliz.
Desgraciadamente los estragos de la Guerra Civil y las humedades nos han
privado de disfrutar de esta verdadera joya, sólo comparable a la que aún se
conserva en Sant Martí de Fenollar, en el Rosellón.
Como ya hemos comentado, se conservan restos pictóricos en los tres ábsides
del templo.
Los dos laterales fueron pintados antes que el central, durante la segunda
mitad del siglo XII.
El
ábside sur está dedicado a San Pedro y San Pablo.
Está dividido en tres registros.
En
el superior vemos a Jesús con una túnica larga y acompañado por los dos santos.
En
el registro intermedio podemos ver a San Pedro con las llaves del Cielo
acompañado por dos santos y predicando a un grupo de personas.
También está representado su martirio, clavado en la cruz boca abajo.
En
el registro inferior se representa el martirio de San Pablo, donde se ve al
santo con la cabeza sujetado por un soldado que sostiene una espada para
decapitarlo.
Desgraciadamente la presencia del cirio pascual crea unas sombras que nos
impiden contemplar la escena con claridad.
Un
personaje con mitra y dos mujeres lo miran.
También encontramos un grupo de santos difíciles de identificar por su estado
de conservación.
El
ábside norte tiene representada una exaltación de la Vera Cruz.
Están representados Constantino, el emperador romano que convirtió el imperio
al cristianismo y Santa Helena, que sostienen la Vera Cruz ante fieles y
santos.
En
los pilares que hay entre los ábsides también podemos encontrar pinturas
murales, aunque bastante fragmentadas.
En
la parte inferior del de la derecha está representada una imagen de la Virgen
María con el Niño en brazos.
Encima hay un ángel.
En
el pilar norte sólo se ha conservado un ángel muy fragmentario.
Desgraciadamente el sistema de iluminación del templo no es demasiado bueno,
especialmente en los ábsides laterales donde se producen sombras muy marcadas.
Esto hace que la toma de fotografías no sea la deseada.
De
todos modos nos consideramos afortunados por haber podido acceder al interior
durante las Jornadas Europeas del Patrimonio y disfrutar con estas sensacionales
pinturas.
Precisamente fue durante estas jornadas que se presentó el proyecto de
restauración del templo.
Desde hace muchos años, el campanario hace presión sobre el sector norte del
templo, separándolo del lado sur.
En
las fotografías del ábside principal se observa una importante grieta, que
recorre toda la nave, amenazando con el derrumbe de la iglesia si no se pone
solución.
Por suerte, parece que esta actuación se llevará a cabo pronto, pues se espera
poder licitar las obras a finales de octubre del 2013. La actuación consistirá
en hacer unos cimientos adecuados en el sector norte, que permitan eliminar
las tensiones que provoca la torre, así como evitar las acumulaciones de agua
de lluvia en esta zona, que hacen inestable el terreno.
Esperamos que el resultado de las obras sea satisfactorio y el templo vuelva a
brillar como se merece.
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