Provincia de Barcelona
Sant Sebastià dels Gorgs
(Avinyonet del Penedès, Alt Penedès)
41º 22,857'N ; 1º 45,940'E
El lugar de Gorgs aparece documentado por primera vez en el año 976. No es
hasta medio siglo más tarde, hacia el año 1024, que encontramos la primera
referencia escrita de la iglesia de Sant Sebastià.
Ermengarda, hija del conde Borrell II de Barcelona, estableció en su
testamento, que alrededor del templo se creara una comunidad religiosa con 4
monjes. Mir Geribert fue el encargado de hacer cumplir las últimas voluntades de su
madre.
En
poco tiempo se convirtió en el cenobio más importante de la zona.
En
1052, el mismo Mir lo convirtió en un priorato bajo las órdenes de San Víctor
de Marsella, que era el principal foco de irradiación de la reforma
gregoriana.
En
el testamento de Mir Geribert, se estableció que el priorato estaría bajo la
protección de su familia, los Santmartí.
Precisamente su hijo, Arnau Mir de Santmartí cedió la parroquia de Sant Pau
d'Ordal al cenobio en 1095. Esta iglesia se encontraba dentro del término de
castillo de Subirats y este hecho provocó varias disputas entre el priorato y
los castellanos de Subirats por el control de la zona, hasta que en 1147 fue
reconocido, por escrito, el dominio de la priorato sobre Ordal.
Después de esta época de esplendor, llegó la decadencia durante el siglo XIV.
La
comunidad se redujo considerablemente y el prior Nicolás, el último elegido
desde San Víctor de Marsella, ni siquiera visitó el cenobio.
La
situación era tan crítica que el papa Benedicto XIII puso la iglesia bajo la
tutela de la abadía de Montserrat a partir de 1409 y desapareció la vida
comunitaria.
A
lo largo de los siglos, especialmente en el XIV, se hicieron algunas reformas
en la iglesia y en el cenobio, pero eso no evitó que a finales del siglo XVI
se considerara que se encontraba en estado ruinoso.
En
1835 el priorato fue adquirido por particulares, mientras que la iglesia pasó
a depender de la parroquia de Avinyonet, hasta 1851, en que se consolidó como
parroquia independiente.
En
la década de los setenta del siglo XX se procedió a restaurar el templo,
aunque todavía quedó mucho trabajo por hacer.
En
los últimos años los trabajos se han centrado en el claustro y en la torre
campanario.
La
iglesia que podemos contemplar actualmente es el fruto de las importantes
reformas que se realizaron hacia el año 1380. Estas estuvieron provocadas en
gran medida por los efectos que tuvo en el monasterio un terremoto, que tuvo
lugar el 2 de marzo de 1373.
El
templo está formado por una sola nave, rematada al este por un ábside gótico.
La
nave está cubierta con una bóveda de ladrillo, que esconde el original
envigado de madera, apoyado por arcos de diafragma apuntados, tan
característico de las construcciones de la Cataluña Nueva.
En
el muro sur todavía se pueden ver los canecillos en que se apoyaba el tejado
románico.
El
ábside actual sustituyó al anterior románico hacia el año 1380. Tiene planta
cuadrada y está cubierto con una bóveda de crucería, que descarga su fuerza en
contrafuertes en los ángulos
La
clave de bóveda está decorada con la imagen de San Sebastián.
El
muro sur todavía conserva algunos elementos del primitivo templo del siglo XI
como los cinco arcos formeros ciegos, de pequeñas dimensiones, que arrancan de
pilastras rectangulares y ménsulas
El
templo se prolongaba mucho más allá que la actual fachada hacia el oeste.
El
tramo más occidental se derrumbó durante la época de decadencia.
Cuando los monjes de Montserrat se hicieron cargo del templo, decidieron no
reconstruir este sector, si no que retrasaron la fachada.
Así pues, la parte de muro que vemos al lado derecho de la fachada,
correspondía al muro sur del templo.
Aún podemos ver el punto donde se situaba la fachada oeste.
La
puerta de entrada, situada en el muro oeste, fue desmontada en el siglo XVII y
montada de nuevo en el actual emplazamiento, cuando se suprimió el último
tramo de la nave.
Esto provocó que quedara parcialmente mutilada, pues se perdieron algunos de
sus elementos, como los capiteles y las columnas.
Destaca su tímpano esculpido.
En
él vemos a la Maiestas Domini acompañada por dos ángeles, que sostienen
la mandorla mística.
Una cenefa de dos tallos con tres hojas que se entrelazan, recorre todo el
contorno superior del tímpano.
Este está sostenido por dos ménsulas, donde vemos a un atlante y un águila que
ataca un león.
Pero sin duda, el elemento más característico del edificio es su gran torre
campanario, de planta cuadrada y visible desde muy lejos.
Fue levantada en el siglo XI, siguiendo el estilo lombardo.
Se
accede al campanario por una puerta practicada en el muro sur del ábside.
En
la planta baja de la torre se ubica actualmente la sacristía.
Es
un espacio casi cuadrado y cubierto con una bóveda cañón de perfil apuntado.
Inicialmente esta torre sólo tenía esta primera planta, de una altura similar
al templo y concebida más como una torre de vigilancia que un campanario.
Hacia finales del siglo XI, cuando los maestros lombardos reforman la iglesia,
también amplían el campanario, dotándolo casi de la altura actual.
Para poder aumentar la altura fue necesario reforzar la anchura de los muros
del piso inferior y crear unos grandes arcos de descarga de medio punto sobre
las puertas de acceso.
En
época gótica se rellenaron estos espacios para dar aún más solidez a la torre.
Su
muro este fue totalmente remodelado en el siglo XIV y también fue coronado con
un piso más y una cubierta a dos aguas.
En
los otros muros podemos observar tres lesenas, dos esquineras y una central,
que inicialmente recorrían todo el campanario de arriba abajo, a partir del
podio.
En
el muro sur todavía se conserva un friso de arcos lombardos, parcialmente
mutilado por la apertura de una puerta en época moderna.
En
la parte baja de este muro se abre una pequeña ventana de medio punto y
abocinada, correspondiente al nivel de la sacristía.
En
la parte superior, en cambio encontramos dos ventanas geminadas en el lado
izquierdo.
Las del lado derecho fueron eliminadas.
El
capitel de su parteluz está esculpido con hojas de acanto muy estilizadas.
En
el muro oeste aún se conservan las cuatro ventanas geminadas, con sus
capiteles vegetales.
En
el muro norte se cegaron parcialmente las aberturas para proteger el
campanario de las inclemencias meteorológicas.
El
claustro ha sufrido muchísimos estragos a lo largo de los siglos.
La
construcción de una casa provocó la demolición del lado sur y gran parte del
oeste y este.
También se ha perdido el envigado de madera, que cubría las galerías.
En
la última restauración se ha construido una nueva cubierta, para proteger el
claustro.
Los propietarios de una de las casas que ocupan el espacio donde anteriormente
hubo las estancias monásticas, cedieron un espacio de la casa, donde se
conservan algunas arcadas más del antiguo claustro, aunque cegadas.
La
galería norte es la más antigua, probablemente construida a mediados del siglo
XI.
Está formada por cuatro arcos de medio punto, apoyados en dos columnas, con el
fuste muy corto y tres pilares.
La
galería oeste presenta una composición similar con la particularidad de que
los fustes de las columnas han sido reaprovechados.
La
galería este fue construida en el siglo XII y presenta una fábrica más cuidada.
Sólo se han conservado dos arcos y medio.
La
decoración de los capiteles es muy diversa, respondiendo a las diferentes
etapas constructivas y caracterizada por el reaprovechamiento de elementos.
En
la galería norte encontramos un capitel de tipo vegetal y uno con cuatro
cabezas humanas en los ángulos, muy erosionados, de los que sólo se identifica
una.
Este capitel es muy posterior a esta galería.
Probablemente se colocó aquí durante alguna restauración.
Estos dos capiteles presentan una característica diferente al resto y es que
sobre él hay un cimacio mensuliforme esculpido con motivos vegetales.
En
la galería oeste encontramos un capitel hispanorromano de mármol blanco
reaprovechado.
A
su lado hay un capitel vegetal de características similares a los descritos en
el ala norte.
En
la galería este encontramos los capiteles más elaborados.
El
capitel adosado a la pilastra del ángulo nordeste tiene una decoración
geométrica a base de dos filas de zigzag.
El
siguiente capitel está decorado con 4 parejas de grifos enfrentados. El
cimacio está decorado con un ajedrezado.
El
tercer capitel de este sector está decorado con dos personajes barbados, que
son devorados por dos animales que cabalgan sobre sus hombros.
El
último capitel está decorado con botones florales en la parte superior.
Esta misma decoración recorre los arcos de la galería.
A
la entrada del templo se conserva otro capitel, esculpido a base de volutas.
En
el interior de la sacristía se conservan dos de los tres sarcófagos que había
en esta estancia.
Junto a la puerta de acceso encontramos un sarcófago sostenido por dos parejas
de columnas.
Los dos capiteles delanteros tienen capiteles esculpidos con piñas del siglo
XIV.
En
la parte frontal se puede leer una inscripción del siglo XVIII que describe
como un prior encontró varios huesos humanos y los colocó en el interior de
este sepulcro.
El
otro sepulcro es mucho más sencillo, también de época gótica, protegido por un
arcosolio apuntado.
A
sus pies se conservan algunos algunos elementos encontrados durante las
campañas arqueológicas.
La
más destacada es una cara humana.
A
su lado estaba el sarcófago más interesante del todo el conjunto.
Por este motivo ya no se conserva in situ, sino que forma parte del fondo del
Museo Diocesano de Barcelona.
Se
trata de un sepulcro de la primera mitad del siglo XIII, que tiene la escena
de la elevación del alma del difunto esculpida en la cara frontal.
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