La primera noticia que tenemos del lugar de Pal data del 1112, si bien el templo no aparece documentado hasta dos siglos más tarde.

El templo conserva gran parte de su fábrica románica, si bien ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de los siglos. De hecho en el siglo XVII se añadió una capilla en el muro norte, que se tuvo que excavar en la roca. Posteriormente se amplió por este sector, tal y como se puede ver en el muro oeste.

También se reformó el ábside a finales del XVII o principios del XVIII. Se sustituyó el original románico, que era semicircular, por una cabecera plana. El templo tiene una sola nave cubierta con una bóveda de cañón.

En el interior del templo se conservan fragmentos de pinturas murales  del siglo XVI. Éstas se descubrieron durante unas obras de restauración, que se realizaron en 1970. Estaban escondidas bajo una capa de cal.

Las pinturas del muro sur fueron  mutiladas cuando se abrió una nueva ventana en el siglo XVIII y  se taparon las románicas. En los fragmentos que se conservan se pueden ver motivos vegetales y unos personajes muy deteriorados.

En el interior del templo se conserva una pila bautismal de granito, sin ninguna decoración y datada a finales del siglo XII. Está situada a los pies de la nave, en lo que en algún momento fue una puerta de acceso. De la misma época también es una pila de aceites que se conserva en la sacristía. En este caso también se conserva la tapa de madera.

Se accede al templo a través de un pórtico reconstruido durante la restauración del 1970. Está adosado al muro sur, donde se volvió a abrir la puerta de acceso al templo románica.

Adosada al muro norte encontramos una torre de campanario. Tiene planta cuadrada y tres pisos con ventanas geminadas en sus muros. Los maineles están formados por una sencilla piedra vertical en la que  se apoya otra en forma trapezoidal, que sustenta los arcos.

En el piso superior las ventanas geminadas son dobles, a excepción de las del muro norte. Son las únicas que encontramos en Andorra de esta tipología

Las ventanas del segundo y tercer piso tienen por encima suyo un friso de arcuaciones lombardas.