Reino de Navarra
Real Monasterio de Santa María de Iranzu
(Abárzuza)
42º 45,078'N ; 2º 2,321'O
En el siglo XI desapareció la comunidad benedictina que en este lugar tenía un
monasterio dedicado a San Adrián. En el año 1176 se comienza a construir el
actual conjunto monástico, por orden del obispo de Pamplona. En este caso se
funda según la regla del Císter. Su construcción se alargará hasta
mediados del siglo XIV, lo que provocará que el recinto tenga elementos románicos
y góticos.
La primera edificación que construye la nueva comunidad es la capilla de San
Adrián. Es de gran sencillez y le pusieron este nombre en recuerdo al
anterior monasterio benedictino.
A la primera etapa de construcción corresponden la iglesia, la sala
capitular y la galería septentrional del claustro. El resto del claustro fue
construido en época gótica y la mayoría de las dependencias monacales en
siglos posteriores.
El templo responde al modelo típico del Císter. Está formado por tres naves
de cinco tramos. La nave central es el doble de ancha que las laterales. Los
brazos del transepto no sobrepasan la anchura de las naves laterales. La
cabecera está formada por tres ábsides rectangulares. Las tres naves están
cubiertas con bóvedas de crucería. En la nave central podemos observar medias
columnas adosadas a los pilares cuadrangulares. De estas columnas parten los
arcos fajones y de su lado los nervios de las bóvedas. Los capiteles están
decorados con motivos vegetales muy sencillos.
La iluminación de la iglesia se obtiene gracias al gran número de ventanas
de medio punto que podemos encontrar en la parte superior de la nave
principal. Algunas de ellas están ligeramente apuntadas. En el ábside principal
encontramos tres grandes ventanales apuntados con guardapolvo y un rosetón
sobre ellos.
A los pies de la nave podemos encontrar la portalada. Es de muy sencilla
factura. Formada por cuatro arquivoltas apuntadas, que descansan en ocho
columnas con el fuste liso y capiteles decorados con motivos vegetales. En el
primer arco encontramos un bonito crismón. Sobre la portalada se abre un rosetón
sin ninguna decoración.
El claustro se empezó a construir a finales del siglo XII, pero no se acabó
hasta mediados del siglo XIV. Esto explica las variaciones de estilos que
podemos ver, que van desde el más puro estilo cisterciense, en la galería que
hay junto a la iglesia, hasta el gótico del resto del claustro. En esta
primera galería podemos encontrar unos grandes arcos apuntados en el interior de
los cuales encontramos dos arcos de medio punto geminados y un ojo de buey
decorado con tracerias. Esta disposición también se repite en las primeras
arcadas de
las galerías perpendiculares a la primera. En algunos casos los arcos de
medio punto están ligeramente apuntados. La decoración de los capiteles
suele ser de motivos vegetales y muy simple, excepto en dos capiteles dónde
se ven representadas escenas de la vida monástica.
El resto de galerías están formadas por arcos apuntados con trilóbulos
interiores y un ojo de buey decorado con tracerías claramente góticas. Los
capiteles siguen con la temática vegetal, pero mucho más elaborada. Todas
las alas del claustro están cubiertas con bóvedas de crucería.
El templete presenta planta poligonal y es de estilo gótico. Durante las
obras de restauración realizadas en 1942 fue prácticamente reconstruido.
La sala capitular se construyó al mismo tiempo que la iglesia y durante el
siglo XII. Se accede a ella a través de una portalada típica del Císter.
Formada por una puerta con arco de medio punto. A ambos lados podemos
encontrar dos ventanas con cuatro arquivoltas de medio punto, tanto por la
parte interior como exterior. La primera y la tercera se apoyan en dos parejas
de columnas con capiteles decorados con motivos vegetales. Tiene planta
rectangular y bóveda de crucería, que se sustenta en dos columnas centrales dónde
descansan los nervios de la bóveda.
Hay que visitar la monumental cocina que data del siglo XIII. Destaca la
gran chimenea que preside el recinto y que también es visible desde el
exterior. Está soportada por cuatro arcos apuntados. Toda la sala está
cubierta con bóvedas de crucería con claves decoradas.
En la parte del claustro más próxima a la iglesia también podemos ver una
gran nave rectangular de finales del siglo XII y principios del XIII, que servía
de almacén y que destaca por sus grandes arcos.
En el ángulo de la puerta de acceso al monasterio, que todavía conserva
un gran arco de medio punto del siglo XII, encontramos el palacio del abad. En
él podemos ver un arco apuntado sobre columnas del mismo siglo, si bien fue restaurado durante el barroco.
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