Aragón - Huesca
Monasterio de San Pedro de Siresa
(Valle de Hecho, La Jacetania)
42º 45,387'N ; 0º 45,235'O
Del antiguo monasterio hoy en día sólo podemos contemplar la iglesia. Fue
construido el año 833, cuando el conde carolingio Aznar Galíndez se
establece en esta zona, en los inicios de los nuevos condados aragoneses. Se
convirtió en cuna del reino de Aragón y recibió el favor de sus monarcas.
En 1072 se estableció una comunidad de monjes agustinianos. Cinco años más
tarde Sancho Ramírez lo designa como capilla real. El futuro rey Alfonso I el
batallador, vivió su niñez en este monasterio, motivo por el cual
posteriormente recibió muchos favores cuando éste fue rey.
El edificio responde al gusto carolingio y esto lo hace único en nuestro país.
Gracias a unas excavaciones que se llevaron a cabo durante el verano de
1992, se confirmó que anteriormente había existido un monasterio de época
visigoda. La iglesia era de tres naves con ábside rectangular. Se sugirió
mantener visibles estos hallazgos, sin que interfirieran al culto religioso,
pero como en la mayoría de ocasiones se optó por la solución más práctica
y económica que es la de volver a taparlas.
El templo actual tiene una única nave con planta de cruz latina. Se cree que
originariamente tenía dos naves laterales, tal y como especifica la liturgia
carolingia. Los grandes arcos ciegos que se pueden ver desde el exterior podrían
ser los arcos formeros que separaban las naves. Probablemente fue en el siglo
XIII cuando se eliminaron las naves laterales, durante unas obras de
restauración que se realizaron, debido al mal estado en que se encontraba el
cenobio.
En el crucero se levantaba un cimborio con cúpula semiesférica, del que queda
la estructura exterior. Al derrumbarse la cúpula en un incendio, se
sustituyó por una sencilla bóveda de arista, que últimamente se ha rehecho
en forma de bóveda de cañón orientada en la dirección de los brazos del
transepto.
La nave acaba en un gran ábside semicircular por el interior y con forma
poligonal por la parte exterior. En las aristas podemos encontrar unos
contrafuertes que a partir de la altura de las ventanas se transforman en
triangulares, forma que no encontramos en ningún otro lugar de Aragón.
El ábside está decorado interiormente con cinco arcos de medio punto
enmarcados entre dos líneas de imposta. Los arcos impares tienen una ventana
de medio punto en su interior, mientras que los otros dos sólo cumplen
funciones decorativas, ya que son ciegos. El ábside se cubre con
bóveda de cuarto de esfera, que se convierte en bóveda de cañón en el tramo
presbiterial. La línea de imposta superior tiene continuidad por todo el
templo y sirve de inicio de la bóveda de cañón, reforzada con arcos fajones,
con que está cubierta la nave.
En los brazos del transepto están decorados con arcos ciegos dispuestos en
tres niveles, una estructura poco habitual. También podemos encontrar unas
absidiolas excavadas en el muro oeste y en los muros norte y sur, en función
del brazo del crucero en que nos encontramos. Actualmente podemos
observar varios retablos de los siglos XV y XVIII muy interesantes.
En el brazo norte del transepto podemos encontrar una interesante sorpresa:
se trata de una talla policromada de un Cristo Crucificado del siglo XIII.
Estaba oculto en una especie de sepulcro, seguramente se escondió durante algún
conflicto bélico por evitar su destrucción. Se encontró durante las obras
de restauración del templo. Destaca por su expresión serena, sus cabellos y
el curioso ombligo en forma de espiral.
Ante la puerta lateral del templo podemos ver la talla románica de la
Virgen de Siresa. Es del siglo XIII y la Virgen María tiene el Niño sentado
a su regazo. También hay otra talla en el ábside. En este caso se trata de
una imagen de San Pedro del siglo XVIII, patrón del templo.
Otro de los aspectos que hacen a Siresa totalmente diferente del resto de monasterios españoles es la estructura situada a los pies de la nave, en el muro oeste. Encontramos una estancia elevada, en forma de tribuna, con un estilo constructivo que nos recuerda al carolingio. La nave está cubierta con bóveda de arista y actualmente acoge el coro con antiguos libros de canto gregoriano.
El muro oeste presenta una torre con una puerta de acceso al templo en
su parte inferior. La puerta es muy sencilla y sólo destaca por el
crismón,
que se añadió en el siglo XII.
Quedan dos elementos más por analizar. El primero es una lápida de mármol
blanco del siglo IV. Es un escrito romano que describe el mal estado de
la vía romana (Viam Famosam) que iba de Caesaraugusta hasta la Galia, una vía
de mucha importancia militar .
El otro elemento seria una pila bautismal antigua, junto a la que encontramos
una basa de columna con bolas en sus esquinas, que no tiene nada a ver con el
resto del templo. Se desconoce cual era su uso. Parece estar datada en el siglo XII.
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