Aragón - Zaragoza
Iglesia de San Juan
(Torrijo de la Cañada, Comunidad de Calatayud)
41º 28,388'N ; 1º 52,478'O
En 1480 se construye uno de los grandes templos que tiene Torrijo. Mantiene
todavía las trazas góticas en su estructura, si bien ya se empiezan a intuir
las formas renacentistas.
Está formada por una única nave, dividida en cuatro tramos y cubierta con
bóveda de crucería estrellada de muy bella factura y característica del gótico
aragonés.
La nave está terminada con un ábside poligonal, en el que encontramos uno de los
pocos baldaquinos del Aragón, dedicado al patrón del templo.
A los pies del templo encontramos un coro elevado, el estado de
conservación del cual es bastante deficiente y no es aconsejable subir.
Adosada al ángulo suroeste se encuentra la torre campanario. Tiene planta
cuadrada y está dividida en cuatro pisos, que van perdiendo anchura a medida
que aumenta la altura. En el piso superior se encuentra el cuerpo de campanas,
donde se abren dos ventanas de medio punto en cada muro.
La torre está rematada con una cúpula semiesférica y pináculos en las esquinas.
La portalada del muro sur es claramente renacentista.
Está protegida por un atrio cubierto con bóveda estrellada, muy deteriorada.
Las esculturas con que se decoraban los pisos inferiores han desaparecido y
las del piso superior están muy erosionadas. Estas representan a San Félix
y Santa Régula, patrones del pueblo, que fueron decapitados el once de
septiembre del año 300 por Daciano Tyrano. En el centro encontramos la imagen
de San Juan Bautista, titular del templo.
Junto al arco que da acceso a esta portalada encontramos un crismón del siglo XIII. Por su ubicación y su factura,
seguramente nos encontramos con un
elemento reaprovechado de una construcción anterior.
Pero no es el único crismón que podemos encontrar en el templo. Sobre la puerta
del lado norte, hoy cegada, también encontramos dos crismones de idénticas
características. Probablemente formaban parte de un dintel. Los tres están
invertidos, hecho que refuerza la teoría que fueron reaprovechados y tienen la
característica que no se esculpió la letra omega.
La puerta es mucho más sencilla. Está formada por un arco de medio punto con
grandes dovelas, sobre el cual encontramos una imagen de difícil
identificación debido a la erosión, si bien probablemente también
correspondería a San Juan.
En varios sillares
del muro norte
podemos ver elementos
escultóricos sin
coherencia. Nuevamente
corresponden a fragmentos
reaprovechados de una edificación
anterior , de la que no tenemos
ninguna noticia documentada.
Parece lógico pensar
que anteriormente a este
edificio gótico existió
uno de románico , del que
sólo nos han llegado
estos pequeños testimonios.
A poco más de 150 metros
del templo encontramos
una casa que conserva una
portada románica , formada por un
único arco de medio punto
protegido por un guardapolvo
con puntas
de diamante.
No creemos que esta
fuera su ubicación original,
pues se encuentra en un
edificio aparentemente
"nada noble "
y alejado del centro
de la población. Por
otra parte, las dovelas
centrales se han modificado
para adaptarse al
nuevo espacio.
Parece evidente
que fue traída de
otro lugar , pero no hemos
encontrado ningún documento ni
testigo que nos aporte
luz al tema.
Creemos que podría
tratarse de una portada
del antiguo templo
de San Juan, teniendo en cuenta que
en uno de los sillares
reaprovechados del muro
norte vemos un
motivo decorativo
a base de puntas
de diamante , la misma
decoración que encontramos en el
guardapolvo de esta
puerta.
Junto a la puerta de entrada de San Juan, encontramos otro elemento románico del que se
desconoce su procedencia. Se trata de una pila de agua bendita, decorada con un
motivo de soga y arcos ciegos, que se apoya en un soporte moderno.
En 1916 una fuerte crecida de las aguas del río Manubles afectó gravemente al
templo. La fuerza del agua abrió las puertas y ésta entró al interior,
llegando hasta la barandilla del púlpito. Los bancos, altares e imágenes
fueron de un lado a otro golpeándose entre ellos y contra los muros del
templo, provocando una gran devastación. Por suerte los retablos no sufrieron
demasiados daños y todavía muestran el esplendor con que fueron
confeccionados.
La erosión de las esculturas de la fachada nos recuerdan hasta qué altura
llegaron las aguas. El barro y el agua entraron el templo, que quedó en
estado de semi-abandono durante muchos años. En los últimos años se están
llevando a cabo tímidas actuaciones de restauración. Desgraciadamente las
ayudas y el empujón necesario para volver a hacer brillar este templo no acaba
de llegar, ni por parte de las administraciones civiles ni religiosas.
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