Del templo románico, construido a mediados del siglo XII, no encontramos ningún resto visible desde el exterior, ya que fue profundamente reformado en siglos posteriores.

Hay que entrar en el interior del edificio para encontrar los restos de la primitiva construcción. Se trataba de una iglesia de una sola nave y con una cabecera trebolada, con un ábside central y dos laterales. Actualmente sólo se conserva el del lado sur, ya que los otros dos fueron eliminados. En el lado norte se construyó una sacristía y actualmente se abre una puerta en el lugar donde antiguamente estaba el ábside. El central fue sustituido por una cabecera plana cubierta con bóveda apuntada. Junto al ábside sur podemos ver una especie de hornacina, que no es más que la antigua puerta, ahora cegada.

El templo fue ampliado por el oeste, convirtiendo la antigua iglesia en la cabecera de la actual. La nueva nave se desproporcionada respecto a la románica, ya que es mucho más alta. Está cubierta con bóvedas estrelladas.

Enfrente de la actual puerta se abre una pequeña capilla, en la que se aloja la pila bautismal, que es de factura muy tosca y probablemente era utilizada para realizar bautizos por inmersión.

La puerta de acceso se sitúa en el muro oeste y es de muy sencilla factura. Está formada por un arco apuntado, protegido por un guardapolvo.