Aragón - Provincia de Huesca
Convento de las Benedictinas
(Jaca, La Jacetania)
42º 34,109'N ; 0º 32,828'O
En
el interior del convento de las Benedictinas, coloquialmente conocido como
"Las Benitas", se esconden diferentes elementos románicos muy interesantes y
en algunos casos poco conocidos.
Las monjas benedictinas se trasladaron a este edificio en 1555, provenientes
del monasterio de
Santa María de Santa Cruz de la Serós.
La
iglesia original era románica, pero fue profundamente reformada en el siglo
XVIII.
Está formada por un templo y una desconocida cripta, que actualmente no cumple
funciones litúrgicas y no se puede visitar.
Esta es del siglo XII y era la capilla del palacio de Ramiro I. Una pequeña
ventana ilumina su ábside semicircular.
El
tambor absidal estaba decorado con pinturas murales, realizadas hacia el año
1200. Durante la Guerra Civil resultaron muy deterioradas y los fragmentos que
se conservaron fueron trasladados a la iglesia superior.
En
el año 2013 se trasladaron a una estancia conventual, que se habilitó como
museo.
El
estado en que se han conservado las pinturas es muy deficiente debido al
incendio que sufrió la cripta.
Además, la comunidad de monjas no pone muchas facilidades para poder
fotografiar, de ahí que las fotografías que adjuntamos no son de la calidad
que nos gustaría ofrecer.
En
uno de los fragmentos vemos representadas las escenas de la Anunciación y la
de la Visitación.
En
la parte central de la sala encontramos el fragmento que representa el
Nacimiento de Cristo y el anuncio a los pastores.
En
otro de los fragmentos vemos la adoración de los Tres Reyes.
A
su lado está la presentación al templo.
También hay dos fragmentos donde se observa a un grupo de apóstoles, que
observan la Ascensión de Cristo.
A
su lado, medio escondido, encontramos el pantocrátor que presidía la bóveda de
la cripta.
La
iglesia superior ha perdido sus trazas románicas y sólo podemos ver la huella
de este estilo en la portada oeste.
Está construida en un cuerpo adosado.
Tiene dos sencillos arcos de medio punto dovelados, el interior se apoya en
dos impostas.
En
1662 la abadesa Jerónima de Abarca decidió trasladar el sepulcro de Sancha,
hija de Ramiro I hasta la ciudad de Jaca, al templo de San Ginés.
Su
sobrino, Pedro I, fue quien encargó este sepulcro, que es uno de los mejor
conservados y más interesantes de todo el románico español.
Por suerte ha llegado hasta nuestros días, a pesar de estar casi un siglo
abandonado en el templo de
Santa María de Santa Cruz de la Serós .
Actualmente el sepulcro preside la sala donde se conservan las pinturas
murales de la cripta.
En
su cara frontal podemos ver tres escenas.
En
la central vemos el alma de Sancha, en una mandorla, conducida por dos ángeles
al Cielo.
Como es habitual en estos casos, el alma se representa con una figura desnuda,
pero sin sexo.
Dos águilas, situadas en los extremos, completan el conjunto.
En
el lado izquierdo vemos a un obispo, que lleva un báculo con la mano izquierda
y bendice con la derecha.
Le flanquean dos clérigos, que llevan el incensario y los Evangelios. A la
derecha se representó a Sancha entre sus hermanas Urraca y Teresa.
En
los lados cortos del sepulcro se esculpieron un crismón trinitario y dos
grifos.
La
cara posterior del sepulcro también está esculpida, si bien por la mano de
otro maestro, pues se hizo en una época posterior y con una calidad muy
inferior.
También se encuentra dividido en tres escenas, dos de las cuales representan
luchas entre caballeros.
En
la tercera encontramos un caballero que lucha con un león, identificado como
Sansón.
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